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El pasado 10 de febrero, dirigentes de la Juventud del Movimiento por la Verdadera Historia concurrimos a una conferencia sobre Derechos Humanos que tuvo lugar en un auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras.
La intención de nuestros jóvenes era pedir a quienes le hacen creer a la sociedad que trabajan por los Derechos Humanos de los argentinos, que incluyan en su selectiva memoria a las víctimas del terrorismo subversivo.
En efecto, se hizo conocer los casos de cinco niños asesinados por la guerrilla (Juan Barrios, Maria Cristina Viola, Gladys Medina, Guillermina Cabrera y Paula Lambruschini), preguntando por qué ellos no formaban parte del "Archivo de la Memoria". Se recibieron respuestas de las más aberrantes: "No fueron delitos de lesa humanidad", "Los militares la empezaron" y hasta "Armen ustedes su propio archivo de la memoria", como si existiera dos clases de víctimas: las buenas y las malas. ERAN NIÑOS, señores defensores de los Derechos Humanos.
Dado que la argumentación del panel (que buscaba y rebuscaba formas de explicar por qué un niño asesinado por el terrorismo no tiene derechos humanos) no resistía el menor análisis, se procedió a intentar violentar nuestro derecho de expresión (tamaña paradoja en una conferencia sobre derechos), solicitando un miembro del centro de estudiantes organizador, que nos retiraran del salón.
Seguiremos luchando por la verdadera historia, aquella en la cual las Víctimas del terrorismo subversivo tienen un lugar en la memoria. No nos amedrentarán fácilmente.
A continuación, una carta del joven Gonzalo Pato Leconte, quien en su indignación, relató con profundidad lo sucedido.
“Las ideas no se matan, bárbaros!!!”
Si me propuse a narrar esta historia es por que una vez mas nos han tocado la memoria.
El pasado diez de febrero se llevo a cabo, en el pabellón Francia Anexo de la Universidad Nacional de Córdoba, diferentes conferencias sobre “Derechos Humanos”; en mi afán por conocer más sobre ello, me vi destinado, junto a tres colegas del “Movimiento por la Verdadera Historia”, concurrir al panel en el que Laura Valdemarca, Mauro Cabral y Agustín Minatti presentarían diferentes problemáticas referidas al tema.
El ambiente se desenvolvió positivamente, el recinto se llenó, y tras un simple y premeditado retraso de cinco insignificantes minutos, la doctora Laura Valdemarca nos daba el saludo que desencadenaba una fugaz pero eficaz introducción sobre “Derechos Humanos”.
A su culminación le prosiguieron las palabras del doctor Mauro Cabral, investigador y activista intersex que nos hablo sobre la violación de los derechos que sufre la población transexual; para culminar la significante charla, que hasta el momento había llenado mi cabeza con teorías que desconocía, dio su voz el Señor Agustín Minatti, miembro honorable del “Archivo de la Memoria”, quien nos explicó, con la misma brevedad que caracterizó a los anteriores, la función del Archivo y su relación con la sociedad.
Habiendo finalizado, la presentadora nos pidió que formuláramos preguntas a los presentes profesionales. Al percibir la timidez de mis compañeros decidí saciarlos con una consulta, la cual fue formulada por mi persona de la siguiente manera:
“Para el señor Minatti… deseo saber si tiene conocimiento sobre Juan Barrios, Guillermina Cabrera Rojos, María Cristina Viola, Paula Lambruschini, Gladys Medina. Todos ellos fueron niños, asesinados en las décadas del ´60 y el ´70 por organizaciones armadas como E.R.P y Montoneros ¿Por qué las organizaciones de “Derechos Humanos” los ignoran? ¿Por que sus asesinos siguen impunes, y sus familias no reciben indemnización?”.
Su respuesta era evidente, o por lo menos la manera que utilizó para responder; se mordió los labios y, como esperando algo de mi, calló unos segundos… Al fin comenzó, con entreveradas palabras respondió lo que todos responden:
“La Jurisdicción argentina no lo considera crímenes de “Lesa Humanidad”.
Eso es lo que contesta un pretendido experto en la materia, que evidentemente desconoce que está declarado en el Estatuto de Roma, que crimen de lesa humanidad es aquel cometido como parte de un ataque sistemático y generalizado contra la población civil por el Estado o por una organización.
Al oír esta aberración solo atiné a preguntar si estas victimas aparecen o aparecerán en su venerado “Archivo de la memoria”. Por lo cual el funcionario respondió:
“Esto es fruto de 30 años de Lucha, si esas organizaciones quieren que sus victimas aparezcan en el Archivo, pues entonces, construyan su propio Archivo de la Memoria”
Y aquí lo tienen señores!!... un servidor del pueblo considerando a un muerto mejor que otro, violando el principio de igualdad. He aquí a los representantes de nuestros derechos, aquellos que ignoran a cinco inocentes creaturas que al momento de ser asesinadas no conocían siquiera el significado de la palabra Revolución, y que después de muertos no entienden ni entenderán el manoseado significado de “Derechos Humanos”.
Puedo decir que después de esa respuesta mi indignación me llevó a quedarme callado, estaba resignado ya de encontrar en esa persona una manifestación clara de equidad. Las preguntas siguieron increíblemente sin retomar al setentismo, hasta recuerdo que Valdemarca nos hablaba de tolerancia:
“Debemos ser tolerante con los derechos humanos, aunque provengan de la minoría”.
La conferencia veía su fin y la última palabra fue concedida a un joven sentado en un extremo del auditorio, se toco la boca repetidas veces, parecía algo nervioso, miró a los panelistas desatando lo siguiente:
“Con respecto a la dictadura yo no soy tolerante, todos sabemos que los militares empezaron. Y no puedo concebir una ideología como la del compañero – señalándome. Me gustaría que se retire”.
Lo miré y con una simple sonrisa sardónica guarde silencio, pensé en retirarme, no les voy a mentir, pero luego reflexioné y llegué a la conclusión que lo haría si alguien con más cerebro manifestara un argumento con sentido para verme fuera del salón.
Pero que alma deshonrosa corre a quien sólo se ha molestado en recordar a cinco niños brutalmente masacrados por terroristas. Por qué buscan callarme aquellos autoproclamados luchadores de la libertad. “LAS IDEAS NO SE MÁTAN, BÁRBAROS!”.
El pasado 10 de febrero, dirigentes de la Juventud del Movimiento por la Verdadera Historia concurrimos a una conferencia sobre Derechos Humanos que tuvo lugar en un auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras.
La intención de nuestros jóvenes era pedir a quienes le hacen creer a la sociedad que trabajan por los Derechos Humanos de los argentinos, que incluyan en su selectiva memoria a las víctimas del terrorismo subversivo.
En efecto, se hizo conocer los casos de cinco niños asesinados por la guerrilla (Juan Barrios, Maria Cristina Viola, Gladys Medina, Guillermina Cabrera y Paula Lambruschini), preguntando por qué ellos no formaban parte del "Archivo de la Memoria". Se recibieron respuestas de las más aberrantes: "No fueron delitos de lesa humanidad", "Los militares la empezaron" y hasta "Armen ustedes su propio archivo de la memoria", como si existiera dos clases de víctimas: las buenas y las malas. ERAN NIÑOS, señores defensores de los Derechos Humanos.
Dado que la argumentación del panel (que buscaba y rebuscaba formas de explicar por qué un niño asesinado por el terrorismo no tiene derechos humanos) no resistía el menor análisis, se procedió a intentar violentar nuestro derecho de expresión (tamaña paradoja en una conferencia sobre derechos), solicitando un miembro del centro de estudiantes organizador, que nos retiraran del salón.
Seguiremos luchando por la verdadera historia, aquella en la cual las Víctimas del terrorismo subversivo tienen un lugar en la memoria. No nos amedrentarán fácilmente.
A continuación, una carta del joven Gonzalo Pato Leconte, quien en su indignación, relató con profundidad lo sucedido.
“Las ideas no se matan, bárbaros!!!”
Si me propuse a narrar esta historia es por que una vez mas nos han tocado la memoria.
El pasado diez de febrero se llevo a cabo, en el pabellón Francia Anexo de la Universidad Nacional de Córdoba, diferentes conferencias sobre “Derechos Humanos”; en mi afán por conocer más sobre ello, me vi destinado, junto a tres colegas del “Movimiento por la Verdadera Historia”, concurrir al panel en el que Laura Valdemarca, Mauro Cabral y Agustín Minatti presentarían diferentes problemáticas referidas al tema.
El ambiente se desenvolvió positivamente, el recinto se llenó, y tras un simple y premeditado retraso de cinco insignificantes minutos, la doctora Laura Valdemarca nos daba el saludo que desencadenaba una fugaz pero eficaz introducción sobre “Derechos Humanos”.
A su culminación le prosiguieron las palabras del doctor Mauro Cabral, investigador y activista intersex que nos hablo sobre la violación de los derechos que sufre la población transexual; para culminar la significante charla, que hasta el momento había llenado mi cabeza con teorías que desconocía, dio su voz el Señor Agustín Minatti, miembro honorable del “Archivo de la Memoria”, quien nos explicó, con la misma brevedad que caracterizó a los anteriores, la función del Archivo y su relación con la sociedad.
Habiendo finalizado, la presentadora nos pidió que formuláramos preguntas a los presentes profesionales. Al percibir la timidez de mis compañeros decidí saciarlos con una consulta, la cual fue formulada por mi persona de la siguiente manera:
“Para el señor Minatti… deseo saber si tiene conocimiento sobre Juan Barrios, Guillermina Cabrera Rojos, María Cristina Viola, Paula Lambruschini, Gladys Medina. Todos ellos fueron niños, asesinados en las décadas del ´60 y el ´70 por organizaciones armadas como E.R.P y Montoneros ¿Por qué las organizaciones de “Derechos Humanos” los ignoran? ¿Por que sus asesinos siguen impunes, y sus familias no reciben indemnización?”.
Su respuesta era evidente, o por lo menos la manera que utilizó para responder; se mordió los labios y, como esperando algo de mi, calló unos segundos… Al fin comenzó, con entreveradas palabras respondió lo que todos responden:
“La Jurisdicción argentina no lo considera crímenes de “Lesa Humanidad”.
Eso es lo que contesta un pretendido experto en la materia, que evidentemente desconoce que está declarado en el Estatuto de Roma, que crimen de lesa humanidad es aquel cometido como parte de un ataque sistemático y generalizado contra la población civil por el Estado o por una organización.
Al oír esta aberración solo atiné a preguntar si estas victimas aparecen o aparecerán en su venerado “Archivo de la memoria”. Por lo cual el funcionario respondió:
“Esto es fruto de 30 años de Lucha, si esas organizaciones quieren que sus victimas aparezcan en el Archivo, pues entonces, construyan su propio Archivo de la Memoria”
Y aquí lo tienen señores!!... un servidor del pueblo considerando a un muerto mejor que otro, violando el principio de igualdad. He aquí a los representantes de nuestros derechos, aquellos que ignoran a cinco inocentes creaturas que al momento de ser asesinadas no conocían siquiera el significado de la palabra Revolución, y que después de muertos no entienden ni entenderán el manoseado significado de “Derechos Humanos”.
Puedo decir que después de esa respuesta mi indignación me llevó a quedarme callado, estaba resignado ya de encontrar en esa persona una manifestación clara de equidad. Las preguntas siguieron increíblemente sin retomar al setentismo, hasta recuerdo que Valdemarca nos hablaba de tolerancia:
“Debemos ser tolerante con los derechos humanos, aunque provengan de la minoría”.
La conferencia veía su fin y la última palabra fue concedida a un joven sentado en un extremo del auditorio, se toco la boca repetidas veces, parecía algo nervioso, miró a los panelistas desatando lo siguiente:
“Con respecto a la dictadura yo no soy tolerante, todos sabemos que los militares empezaron. Y no puedo concebir una ideología como la del compañero – señalándome. Me gustaría que se retire”.
Lo miré y con una simple sonrisa sardónica guarde silencio, pensé en retirarme, no les voy a mentir, pero luego reflexioné y llegué a la conclusión que lo haría si alguien con más cerebro manifestara un argumento con sentido para verme fuera del salón.
Pero que alma deshonrosa corre a quien sólo se ha molestado en recordar a cinco niños brutalmente masacrados por terroristas. Por qué buscan callarme aquellos autoproclamados luchadores de la libertad. “LAS IDEAS NO SE MÁTAN, BÁRBAROS!”.
Fonte: AFyAPPA
COMENTO: verifica-se no texto acima que os argentinos, apesar de estarem sob o jugo do mesmo tipo de canalhas que assumiram o controle do Brasil, ainda resistem. Participam dos "eventos" promovidos pelos "defensores dos zumanos" e os afrontam. Bem diferente dos democratas brasileiros que se acovardaram e assistem boquiabertos a canalha propagar o que bem entende, mentindo sobre a História Brasileira e apregoar a punição daqueles que os derrotaram na luta pelas armas. O que não deve demorar. Talvez, ante "el paredón", esses democratas se arrependam, mas já será tarde!
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