terça-feira, 3 de fevereiro de 2009

Segunda Parte del Libro de Supuesto Hacker

Continuação da amostra do livro a ser lançado por Ivan Velazquez, cuja primeira parte foi publicada aqui em 19 Jan 2009.
IVÁN VELÁZQUEZ Y SUS NUEVAS REVELACIONES
Nací un 23 de abril de 1979 en el Sanatorio Evangélico del barrio porteño de Belgrano, en la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esa obra del destino había hecho que me transformase, al menos nominalmente, dado el enclave capitalicio, en lo que vulgarmente en la Argentina se conoce como un "porteño pura cepa".
Mi padre en ese entonces, al igual que lo había hecho mi madre hasta el momento de su embarazo, era un funcionario de la vieja Obras Sanitarias de la Nación (OSN). En tanto mi madre, Laura María Cristina Durán, lo había hecho como jefa del sector materiales de ese organismo estatal, mi padre Iván Germán Velázquez, se desempeñaba como médico a cargo del servicio médico de la Planta Potabilizadora de agua de la localidad de Bernal, Provincia de Buenos Aires. Esa situación laboral de mi padre en la vieja Obras Sanitarias de la Nación, había hecho que mi infancia transcurriese entre Villa Ballester, Partido de General San Martín donde viví desde mi nacimiento hasta los cinco años; la hermosa “ciudad feliz” de Mar del Plata, Partido de General Pueyrredón y las localidades de San Justo y Ramos Mejía en el Partido de La Matanza, donde pasé desde mi adolescencia hasta la actualidad. Fui el mayor de cinco hermanos, tres varones y dos mujeres; entre ellos mellizos. Integrante de una familia de clase media; de padres instruidos y profesionales, lo que me facilitó de alguna manera asimilar el gusto por la música y el arte clásicos, los valores tradicionales y la asimilación de temas generales de todos los días a la hora de la mesa tales como política, filosofía, y cultura en general. Mi adolescencia no fue para nada conflictiva. Desde niño tenía clara mi meta: ser piloto de combate de la Fuerza Aérea Argentina. Es con éste objetivo que al terminar la escuela primaria en el instituto estatal Nº 79 “Juan XXIII” de la localidad de San Justo, no dudé un segundo en correr a inscribirme en lo que creo sigue siendo el mejor colegio industrial del estado: el afamado Jorge Newbery de San Justo; instituto en el cual creía me iba a recibir de técnico aeronáutico; especialidad que me serviría luego como formación previa complementaria a mi ingreso a la Escuela de Aviación Militar. Sin embargo, sólo había un impedimento entre el Jorge Newbery y yo: el azar, destino, providencia o como quiera que se llame tenía en sus manos mi futura carrera. El ingreso al Jorge Newbery, debido a la gran cantidad de inscripciones, había decidido determinar sus vacantes sólo por sorteo. Si mal no recuerdo, el sorteo era una mañana de un viernes y mi número era el 125. Esa misma mañana me había encontrado con el hijo de la que fuera mi profesora de literatura del 7mo grado de primaria, quien también tenía la misma fascinación por la aviación que yo; y por supuesto también tenía su número. Pero como a Arthur Schopenhauer le gustaría decir, esa mañana el hado del destino quiso que por un número de diferencia el mío no fuese electo. Pese a todo, estaba dispuesto a lograr mis objetivos, y un tropiezo no iba a ser caída. Inmediatamente por medio del hijo de mi maestra me había enterado que tenía otra opción, ir al INAC (Instituto Nacional de Aviación Civil) con asiento en la localidad bonaerense de Morón. Desde luego que no me hice esperar y rápidamente me dirigí al INAC para enterarme que todas las vacantes ya habían sido determinadas desde hacía un mes; con lo cual, viendo alterados mis planes, había decidido que haría la secundaria en un instituto normal para después continuar la carrera militar. Es así que decidí seguir la secundaria en lo que se consideraba como el establecimiento educativo estatal mas reconocido de La Matanza. El por ese entonces Colegio Nacional Esteban Echeverría de Ramos Mejía, dependiente de la Universidad de Buenos Aires; el cual sería mi casa de estudios hasta mi egreso en diciembre de 1997. Para ese entonces ya me había recibido de operador de computadoras, de programador Junior y cursando el Senior. A la par que mientras cursaba la secundaria, siguiendo la línea materna de los Durán; que siempre fueron todos oficiales del Ejército Argentino, y la influencia de algunos familiares y amigos, decidí inclinarme por continuar mis estudios en el Colegio Militar de la Nación, donde a la larga pensaba especializarme para integrar a la postre la aviación del Ejército; lo que no me impediría que años después, viéndose esta opción cada vez mas lejana me inscribiera en los cursos de la Fuerza Aérea para incorporarme a la ROA (Red de Observadores del Aire) y poder así integrar la reserva de oficiales como Alférez. En diciembre de 1997, el ciclo lectivo del año en curso había concluido y había egresado de 5to año como Bachiller en Ciencias Sociales. Meses antes había completado mi inscripción en el Colegio Militar de la Nación (CMN) y sólo me quedaba prepararme física e intelectualmente durante el verano para rendir el examen de ingreso como cadete del CMN. Todo parecía que ésta vez estaba bajo absoluto control sin que ningún avatar del destino pudiera interponerse en mis objetivos. Por aquellos tiempos, mi formación política se encontraba altamente ideologizada. Los recuerdos de familiares militares por parte de mi madre; otros que habían participado en la formación de sindicatos ampliamente vinculados con la Unión Cívica Radical (UCR): en tanto que por el lado de mi padre (justicialista) quien en el primer aniversario de la gesta de Malvinas, subió a la azotea del Banco de Londres y prendió fuego la bandera inglesa en pleno gobierno de Raúl Alfonsín, siendo además uno de los fundadores del Partido de la Independencia; habían dejado una profunda huella en mi, haciendo que mi horizonte se percibiese dentro de un nacionalismo estoico y justicialista. Esto motivó que, por medio de amistades y familiares, el verano, en vez de prepararme para ingresar al Colegio Militar, me dedicara a frecuentar movimientos políticos y unidades básicas en busca de respuestas a interrogantes retóricos a los cuales me enfrentaba en vistas a las expectativas que tenía yo en la vida militar (mi futura carrera), la cual yo consideraba como netamente altruista; y la cruel y contrastante realidad que mostraba la existencia de un ejército el cual había sido desmantelado y con un horizonte incierto. Esta, a mi entender, injusticia carente de sentido y ausente de toda lógica, ya que un país se mide por su poder de disuasión; y en tanto que las potencias mundiales reforzaban sus fuerzas armadas, en la Argentina como siempre al revés de todo, se destruía; finalmente había despertado en mí, una faceta hasta ese entonces dormida, la de la acción política. Es así que a fines del ´97, comencé a conocer a quienes luego les estaría agradecido por haberme abierto las puertas a un mundo que para entonces a mí, me parecía intrincado y ajeno: el de la política. El período de militancia que viví, fue de invaluable importancia para mí, ya que si bien poseía firmes conceptos sobre temas políticos; el entorno de militantes quienes me relacioné iba desde economistas como Leopoldo Marcus y Norberto Acerbi; sociólogos como Norberto Ceresole, así como centenares de miembros de fuerzas de seguridad y armadas, me permitió nutrirme de una formación sólida y heterogénea sobre política, economía, relaciones internacionales, defensa nacional, políticas de estado, propaganda y acción política de una manera sin igual. De pronto el amplio conocimiento político adquirido sumado a la praxis diaria, la interacción con otros partidos y agrupaciones políticas, hizo que el espectro de visión mío se extendiera sobremanera llegando incluso a compartir asados y charlas con dirigentes como Jorge Reyna y Ricardo López Mountaner entre otros; con quienes mas tarde, aunque con banderas diferentes llegamos a coordinar acciones de repudio a la visita a la Argentina del Príncipe británico Andrés; así como también contra el gobierno del entonces Presidente, Dr. Carlos Menem. Hasta recuerdo haber llegado a tener contacto con el hoy socialista Hugo Chávez, quien por entonces distaba mucho de la faceta que hoy día exhibe. Tal es así que la quinta en General Rodríguez donde varias veces ofreció sus arengas políticas y de “hermandad latinoamericana”, estaba cargada de una retórica mas propia del radicalismo de ultraderecha que del socialismo que entre paréntesis hoy dice pregonar. Por el contrario, sus discursos se caracterizaban de un contenido netamente cargado de odio, chauvinista, católico, antimasón y antijudío, pese a que había algunos economistas judíos presentes en el movimiento. Ya había visto demasiado. Hipocresía, mentira, engaños, inacción, inoperancia, intolerancia. Yo había tratado de lograr expandir la acción política, pero parecía que la dirigencia no estaba dispuesta a jugárselo el todo por el todo. No mucho tiempo después; tan sólo un par de meses, la falta de acción política y los conflictos por el liderazgo en los movimientos y unidades básicas que frecuentaba; conflictos típicos de los trotskistas y los nacionalistas, hizo que las esperanzas que yo tenía en un proyecto político nacional, naufragaran. A todo esto ya habían pasado más de dos años de mis ansias de ingreso al Colegio Militar, objetivo que había decidido postergar pese a que familiares me aconsejaban que no lo hiciera porque ello se vería reflejado en el puntaje para mi ascenso una vez egresado como subteniente. Sin embargo luego de toda la experiencia adquirida en el ambiente político y específicamente en el militar, no podía concebir la idea de integrarme a una institución desmantelada, decadente donde sus cuadros solo son motivados por el sueldo, las prebendas, los destinos internos, las agregadurías en el exterior, y nada les importaba luchar por la supervivencia de la institución en pos de la ubicación de la Nación Argentina en un contexto geopolítico mundial. Sin embargo, la obstinación de la que era preso en mi búsqueda de un proyecto político nacional, no me dejó cesar un ápice y presto a reiniciar mi lucha, comencé a retomar actividades al lado del un hombre que para aquellos que pertenecimos a la Inteligencia del Ejército, era todo un ícono en la materia. Considerado como uno de los mejores estrategas militares, tenía su propio “hall de la fama” en la ex CRIM (Central de Reunión de Inteligencia Militar), había sido además primero de su promoción y medalla de oro en el curso de inteligencia para oficiales entre sus muchos logros. Es así que al lado él, no solo logré un amplio espacio participativo en política, sino que además fue quien me abrió las puertas al verdadero mundo de la Inteligencia proporcionándome un cúmulo sin igual de experiencia operativa y de contactos, transformándose de alguna manera en mi tutor en el sub mundo de la inteligencia. Muy a mi pesar, dado que quería continuar con la militancia política, por ese entonces me encontraba además desempeñando tareas en la ex Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE) y la situación social que se vivía en ese momento se había vuelto catastróficamente inestable, con estallidos sociales, saqueos, bombas, y todo tipo de actividades desestabilizantes; hechos por los cuales, debido a razones operativas y de seguridad ya que me encontraba infiltrado bajo la cobertura de periodista de la sección política de Telam, tuve que cegar toda actividad política o abierta por mi parte, que no cuadrase con los parámetros establecidos por mi identidad operativa. Para ese entonces el balance y la experiencia adquirida habían sido mas que satisfactorios y nutritivos, tanto en el terreno político como en el campo militar, y mi grafico de contactos se había hecho mucho mas que prominente, tanto a nivel nacional como internacional, llegando al punto tal que la misma gente del Departamento de Seguridad de Estado (DSE) de la Policía Federal Argentina, me había hecho llegar una copia de un expediente secreto elaborado por el DPOC (Departamento de Protección del Orden Constitucional) sobre mi persona y actividades. El mismo estaba archivado bajo el número de “Cadena de Pases” CTL 103 NRO 6.153 TV, así como también la “Ficha” de información básica que la SIDE había confeccionado; y lo mejor de todo: me había transformado en un elemento esencial de reunión y análisis para la inteligencia presidencial. Ya era hora de entrar en acción.

Iván Germán Velázquez
Especial para Tribuna de periodistas

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