LA LECCIÓN QUE DEJAN LAS URNAS |
por Christian Sanz
Perdió el kirchnerismo. Se analice como se analice el resultado de las elecciones de ayer, el oficialismo salió fuertemente debilitado de una elección a la que presentó como una eventual "evaluación de gestión". Ciertamente, no han sido comicios de gran relevancia, sólo legislativos, pero — se insiste — el propio kirchnerismo les dio una magnitud inusitada desde el principio.
Haber logrado poco más del 30 por ciento de los votos en la provincia de Buenos Aires, es toda una derrota para el matrimonio presidencial, especialmente cuando se tiene en cuenta todo lo que se ha hecho para lograr una buena performance. Se ha adelantado la fecha de los comicios, se han inventando "candidaturas testimoniales", se apeló a confusas figuras de la talla de Nacha Guevara y hasta se promovieron maniobras de todo tipo, siempre reñidas con la ética y la moral.
Así y todo, el kirchnerismo fue vencido. En realidad, lo que sucedió es que el gobierno ha sido receptor de un claro mensaje por parte de una sociedad agobiada por diversos desatinos oficiales, como la manipulación del Indec, la intolerancia general, el discurso divisorio y la corrupción de ciertos funcionarios K.
Ha habido anteriormente otros signos de cansancio social, pero el matrimonio presidencial nunca los tuvo en cuenta. Parecen actuar los K bajo una especie de "sordera" que los ha llevado a creerse supuestos logros de gobierno que no son tales.
Los resultados de la elección no son la muerte de nadie y sólo deben ser interpretados como la expresión más cabal del fastidio generalizado. Deberá el kirchnerismo, a partir de hoy, cambiar algunas actitudes, aunque también a algunos funcionarios de primera y segunda línea.
Parte del hastío social tiene que ver con eso: no se toleran ya las actitudes de personajes de la talla de Guillermo Moreno, Ricardo Jaime, Aníbal Fernández y otros. Se acabó anoche mismo un estilo de hacer política, relacionado al patoterismo y la prepotencia.
Se terminó el apriete a través de la "caja" y la persecución infundada contra los "enemigos del modelo". A partir de hoy, la sociedad ha mostrado que no tolerará más ese tipo de situaciones.
Asimismo, los referentes más importantes del país están comenzando a mover sus propias fichas. Anoche mismo, so pretexto de felicitarlo, relevantes intendentes de la provincia de Buenos Aires han llamado a Francisco de Narváez para alinearse con él de cara a las elecciones del año 2011.
Otros, como Daniel Scioli, mastican su propia bronca por el retroceso sufrido al acompañar a Néstor K. Es el precio de la tibieza y la indecisión, situaciones de las que nunca se vuelve.
Es bien cierto que ha sido esta la lección más dura que ha tocado en suerte al oficialismo, pero también es una nueva oportunidad para cambiar el rumbo. Quedan aún dos años de mandato K y son más que suficientes para enderezar el timón y llegar a buen puerto.
¿Sabrá a partir de hoy el oficialismo tender una mano a la oposición política para juntos sacar el país adelante? ¿Tendrán los Kirchner la humildad que se necesita en estas cruciales horas de crisis financiera para convocar a sus "enemigos" del campo? ¿Estará esa misma oposición dispuesta a ayudar al kirchnerismo? Imposible saberlo ya mismo, habrá que esperar el lento paso de las horas... y los días.
Lo cierto es que, hoy la Argentina se presenta como una suerte de campo minado, donde cada paso debe ser dado a conciencia, bajo riesgo de pisar una inoportuna bomba. Saben cabalmente los Kirchner dónde deben pisar para lograr una exitosa misión, pero — contrario sensu — saben cómo provocar un desatinado estallido.
A ese respecto, sólo cabe preguntarse, ¿sabrá el gobierno estar a la altura de las circunstancias?
Haber logrado poco más del 30 por ciento de los votos en la provincia de Buenos Aires, es toda una derrota para el matrimonio presidencial, especialmente cuando se tiene en cuenta todo lo que se ha hecho para lograr una buena performance. Se ha adelantado la fecha de los comicios, se han inventando "candidaturas testimoniales", se apeló a confusas figuras de la talla de Nacha Guevara y hasta se promovieron maniobras de todo tipo, siempre reñidas con la ética y la moral.
Así y todo, el kirchnerismo fue vencido. En realidad, lo que sucedió es que el gobierno ha sido receptor de un claro mensaje por parte de una sociedad agobiada por diversos desatinos oficiales, como la manipulación del Indec, la intolerancia general, el discurso divisorio y la corrupción de ciertos funcionarios K.
Ha habido anteriormente otros signos de cansancio social, pero el matrimonio presidencial nunca los tuvo en cuenta. Parecen actuar los K bajo una especie de "sordera" que los ha llevado a creerse supuestos logros de gobierno que no son tales.
Los resultados de la elección no son la muerte de nadie y sólo deben ser interpretados como la expresión más cabal del fastidio generalizado. Deberá el kirchnerismo, a partir de hoy, cambiar algunas actitudes, aunque también a algunos funcionarios de primera y segunda línea.
Parte del hastío social tiene que ver con eso: no se toleran ya las actitudes de personajes de la talla de Guillermo Moreno, Ricardo Jaime, Aníbal Fernández y otros. Se acabó anoche mismo un estilo de hacer política, relacionado al patoterismo y la prepotencia.
Se terminó el apriete a través de la "caja" y la persecución infundada contra los "enemigos del modelo". A partir de hoy, la sociedad ha mostrado que no tolerará más ese tipo de situaciones.
Asimismo, los referentes más importantes del país están comenzando a mover sus propias fichas. Anoche mismo, so pretexto de felicitarlo, relevantes intendentes de la provincia de Buenos Aires han llamado a Francisco de Narváez para alinearse con él de cara a las elecciones del año 2011.
Otros, como Daniel Scioli, mastican su propia bronca por el retroceso sufrido al acompañar a Néstor K. Es el precio de la tibieza y la indecisión, situaciones de las que nunca se vuelve.
Es bien cierto que ha sido esta la lección más dura que ha tocado en suerte al oficialismo, pero también es una nueva oportunidad para cambiar el rumbo. Quedan aún dos años de mandato K y son más que suficientes para enderezar el timón y llegar a buen puerto.
¿Sabrá a partir de hoy el oficialismo tender una mano a la oposición política para juntos sacar el país adelante? ¿Tendrán los Kirchner la humildad que se necesita en estas cruciales horas de crisis financiera para convocar a sus "enemigos" del campo? ¿Estará esa misma oposición dispuesta a ayudar al kirchnerismo? Imposible saberlo ya mismo, habrá que esperar el lento paso de las horas... y los días.
Lo cierto es que, hoy la Argentina se presenta como una suerte de campo minado, donde cada paso debe ser dado a conciencia, bajo riesgo de pisar una inoportuna bomba. Saben cabalmente los Kirchner dónde deben pisar para lograr una exitosa misión, pero — contrario sensu — saben cómo provocar un desatinado estallido.
A ese respecto, sólo cabe preguntarse, ¿sabrá el gobierno estar a la altura de las circunstancias?
Christian Sanz
Fonte: Tribuna de Periodistas
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