Como hace 200 años, los soldados que persiguen a 'Alfonso Cano' por la Cordillera Central entre límites de Tolima y Valle, han tenido que cargar su comida y las municiones a lomo de mula. Varios se han despeñado o han muerto de hipotermia.
En cuestión de segundos, en pleno mediodía, la neblina cubrió los empinados filos de Las Hermosas. El pelotón, que llevaba un mes avanzando, se detuvo porque, literalmente, era difícil respirar. En ese justo momento el soldado Bustamante cayó muerto.
La escena se vivió hace 12 días en la Cordillera Central, en límites entre Valle y Tolima, la zona donde el Ejército intenta cortarle el paso a 'Alfonso Cano'.
El joven militar, que había recibido como sus compañeros todo el entrenamiento necesario, no resistió la baja temperatura ni la presión atmosférica. La aorta se le reventó y tuvo un paro cardiorrespiratorio. Pese a que los pilotos de la Aviación del Ejército desafiaron el clima para evacuarlo, no hubo nada que hacer, pues el deceso fue inmediato.
Problemas pulmonares y, sobre todo, el riesgo de despeñarse por pendientes de hasta 1.000 metros son los nuevos riesgos que enfrentan desde hace seis meses los soldados de las III y V divisiones en el mítico cañón de Las Hermosas.
El 2 de febrero del 2008 el presidente Álvaro Uribe ordenó a las Fuerzas Militares entrar a esa zona histórica para las Farc, y dos semanas después el Ministerio de Defensa dio la largada para la campaña militar.
No ha sido nada fácil. Allí, donde los modernos helicópteros Black Hawk no pueden sostenerse por mucho tiempo, a los soldados les ha tocado valerse de caravanas de mulas para subir alimentos y municiones.
Al frente de la campaña están los generales Justo Eliseo Peña y Jairo Herazo, que vieron truncado el avance de la misión tan solo tres semanas después de iniciarla: las Farc mantenían el control de los cerros y penetrar por el río Amoyá era un suicidio.
En más de siete oportunidades los helicópteros fueron impactados y en el primer avance, ocho soldados quedaron mutilados por acción de las minas. "Los guerrilleros nos recibieron con punto 50 (ametralladoras de grueso calibre) y como era difícil que nos entraran abastecimientos en helicóptero, nos tocó devolvernos", recuerda el soldado Campuzano, uno de los hombres que tuvieron que aprender a trepar montaña.
El general Herazo dice que aprendieron bien esas primeras lecciones. Una de las primeras fue identificar los cerros desde los que las Farc atacaban con las ametralladoras a las naves, casi de frente.
"Revisamos las fortalezas del enemigo, nuestras debilidades y buscamos un punto de apoyo para subir víveres, de tal manera que las tropas pudieran durar hasta dos semanas sin abastecimiento", agrega el general Peña.
Así empezó lo inverosímil: una operación militar al estilo de la Campaña Libertadora, a lomo de mula.
Bajo el Comando Específico del Sur del Tolima, 33 compañías iniciaron instrucción de alta montaña. Los soldados tuvieron que aprender desde cómo respirar hasta que bebida preparar para hacerle el quite a la hipotermia. A pesar que desde el 2002 los militares tenían experiencia con los batallones de alta montaña desde donde cortaban los corredores de movilidad de las Farc, esta misión era diferente porque había que atravesar riscos y cuchillas que se elevan entre los 3 mil y los 4 mil metros.
"Se podía llegar a los cerros y desembarcar la tropa por soga, pero no aterrizar: el oxígeno y los vientos a esa altura limitan la maniobrabilidad. Era casi imposible aterrizar y despegar", señala el general Javier Rey, comandante de la Aviación del Ejército.
Empieza el avance
En octubre del año pasado un grupo de 2 mil militares inició la entrada al cañón. Los acompañó una hilera de 18 mulas que llevaban el armamento y las provisiones para 15 días.
"Ese primer avance fue suave; en diciembre empezó lo complicado. La orden que nos dieron fue ir coronando por etapas los cerros. Cada mes estábamos un poco más arriba", relata el soldado Barrios.
El plan era aclimatarse por pasos. Llegaron a los 3.600 metros y fue entonces cuando empezó a hablarse de los "despencados".
"Cuando uno está en entrenamiento y por el sol o el cansancio se desmaya, se dice que se despenca. En Las Hermosas la trocha era tan angosta e inestable que muchos se rodaron por los peñascos", agrega el soldado.
En esa etapa de la operación más de 10 soldados fueron evacuados con fracturas, esguinces y raspones. Dos de ellos murieron por las caídas. Tres soldados murieron por hipotermia. Sin embargo, en medio de estas complicaciones, los soldados pudieron coronar el cerro Antena y el filo Babilonia, los dos puntos desde donde la guerrilla atacaba a las aeronaves.
Allí la voz se pierde en el viento y el soroche puede tumbar a los incautos en cualquier momento.
Ya para marzo pasado llegaron, por primera vez, a uno de los puntos más altos entre los páramos de Las Hermosas (Tolima) y Barragán (Valle), a 4.100 metros, donde murió el soldado Bustamente. Los pulmones se le llenaron de agua. Semanas atrás otros dos jóvenes también perdieron la vida al rodarse por pendientes.
Aquí la guerra es pesada y no por el fragor del combate. Dar cada paso es tener una bocanada menos de oxígeno. Finalmente, la semana pasada el Ejército logró montar un punto de abastecimiento en lo alto del páramo. Habrá comida para dos meses y eso le dará sostenimiento a la operación. Entre cerros, las mulas seguirán distribuyendo las provisiones para los pelotones que persiguen al máximo jefe de las Farc.
El último refugio de 'Alfonso Cano'
En el corregimiento San José de Las Hermosas funcionaba hasta hace 8 meses el Comando Central de las Farc. Según el Ejército, este caserío de 200 habitantes era el punto de abastacimiento de los hombres de 'Alfonso Cano', jefe máximo del grupo guerrillero.
A pesar de que ahora los militares hacen presencia, la gente habla tímidamente del temor que siente por las retaliaciones que la guerrilla pueda tener con ellos, por venderles víveres a los soldados.
Tampoco descartan que tengan que irse a la fuerza. Lo cierto es que algunos de ellos recuerdan el paso del legendario subversivo por el pueblo, por la única calle que tiene, hace poco menos de tres años. San José es la entrada a una de las partes más encumbradas del páramo, "para donde se han ido guerrilleros y militares", según uno de los habitantes.
La gente no quiere hablar de quién va ganando el pulso por la conquista de Las Hermosas, pero no niegan que por décadas el único Estado fue el de las Farc.
Preparándose para ir al páramo
Para esta misión tuvieron prelación los soldados del interior del país, aunque el entrenamiento ha permitido que los de zonas costeras se adapten a la altura.
El entrenamiento es especial y se realiza en centros de instrucción a más de 2.600 metros de altura. El grupo tuvo exámenes especiales (de prueba física, pulmones y corazón), así como de ejercicio cardiovascular.
En la prueba de resistencia, que se hace en batallones de alta montaña, se realiza una etapa de entrenamiento con temperaturas entre los 4 grados de día y 2 grados bajo cero de noche.
Cada soldado está equipado con guantes, cobija térmica y visores especiales para los días de clima pesado.
El avance en el cañón de Las Hermosas se dio por etapas, partiendo de los 1.800 metros, hasta llegar a los 4.100, avanzando cada dos meses para dar espacio al aclimatamiento. Los soldados preparan una bebida con cola granulada y panela para evitar la hipotermia.
COMENTO: esse é o preço que os jovens militares colombianos pagam para manter em segurança sua população, a despeito dos "cumpanhêros" do Foro de São Paulo que apoiam os narcoguerrilheiros.
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