.
Hambre, incomunicación, deslealtad, y los golpes de las Fuerzas Armadas, amenazan la supervivencia del temido cabecilla de las Farc.
Por primera vez Jorge Briceño está mordiendo el polvo. El guerrillero más temido de las Farc, que llegó pisando fuerte al Caguán después de haberle asestado duros golpes al Ejército. El que inspiraba respeto entre sus subalternos y odio en sus adversarios. El que se exhibía en las cámaras de televisión pasando revista a los secuestrados en sus campos de concentración; y que le anunció al país hace ocho años que en la selva sólo quedarían pajuiles porque la guerrilla se iba para la ciudad, ha perdido terreno, movilidad, capacidad de mando y acaba de sufrir una de las más grandes derrotas de su vida.
Hace dos años, Jojoy les había encargado a sus mejores hombres retomar a Cundinamarca, mientras él resistía con el grueso del Bloque Oriental la ofensiva del gobierno en lo profundo de los Llanos del Yarí. La idea era que los frentes 51, 53 y el Antonio Nariño crearan una tenaza sobre Bogotá para recuperar el terreno perdido en el último lustro. Pero todo se fue al traste la semana pasada cuando tanto los hombres armados que venían ascendiendo por la cuchilla de Tamizal, como los que avanzaban por el páramo de Sumapaz, fueron duramente golpeados por el Ejército. Murieron 10 guerrilleros, entre ellos Gaitán, que era un verdadero álter ego de Jojoy en el plano militar.
Se trataba de un curtido guerrillero, de casi 60 años, que había dirigido en terreno las tomas de Miraflores, Mitú y Teteyé; y que durante los primeros años de la ofensiva militar del gobierno de Álvaro Uribe había servido como parte de la seguridad cercana de Tirofijo. Su experiencia militar le sirvió de credencial para que a finales de 2007 el Mono Jojoy le confiara una de las metas más importantes de la organización: la retoma de Cundinamarca antes de 2010. Una misión que ya había fracasado en dos ocasiones. Primero cuando se la encomendó a Romaña, quien a pesar de ser muy popular, carece de talento militar. Y luego, cuando un bombardeo que casi mata a Carlos Antonio Losada, hizo replegar a los hombres del Bloque Oriental hacia los Llanos.
La muerte de Gaitán, así como la de Mariana Páez, son duros golpes para las huestes del Mono Jojoy. Ella era una veterana ideóloga de la guerrilla, conocida por su papel en los diálogos del Caguán como coordinadora de las audiencias. Su larga trayectoria la habría llevado a ocupar un lugar en el estado mayor de esa guerrilla, compuesto por 31 miembros, de los cuales era la única mujer.
Como si fuera poco, durante la operación en el Sumapaz también fueron capturados 13 insurgentes, entre ellos Bernardo Mosquera, el temido negro Antonio, quien tenía 23 órdenes de captura y cuatro condenas por secuestros y homicidios.
El negro Antonio intentó huir del ataque del Ejército en medio de unas desfavorables condiciones del clima y el terreno. A 3.000 metros de altura, entre frailejones, rocas, cortinas de niebla y pequeñas lagunas donde se hunden las piernas al caminar, es difícil librar una batalla. Se corre en cámara lenta, la respiración es difícil y el frío amenaza con paralizar el cuerpo. Por eso, al verse rodeado y sin refugio, él y sus hombres, incluido un sindicalista que estaba allí, no tuvieron más remedio que rendirse. "Esta vez ganaste", le dijo el cetrino guerrillero al general Jairo Antonio Herazo, comandante de la Quinta División cuando ya estaba detenido en el puesto de mando del Ejército. Con la aviación y los batallones de alta montaña, el páramo dejó de ser una guarida segura para los guerrilleros. .
"El Mono Jojoy nunca había sido probado en la adversidad", dice el comandante de las Fuerzas Militares, Freddy Padilla de León. Y este revés le llega justo cuando se cumple el primer año de la muerte de Raúl Reyes, y ha comenzado un franco declive de las Farc y el resquebrajamiento de un Secretariado que parecía invulnerable. Ahora todos los ojos están puestos en el Mono Jojoy, y el cerco que se le ha tendido desde hace más de seis meses empieza a arrojar algunos resultados.
Jojoy tiene un enorme liderazgo dentro de las Farc, gracias a su arrojo, pero también a la protección que recibió desde joven de Jacobo Arenas y de Tirofijo, que lo vieron como un guerrero de largo aliento. Muy pronto se proyectó como el más tropero de los mandos medios de la guerrilla y pronto llegó al Secretariado. Bajo su mando, los rebeldes atacaron sin piedad a las Fuerzas Armadas, tomaron como rehenes a cerca de 500 policías y soldados e impusieron la ley del secuestro y la extorsión en los territorios que controlaban. Además, Jojoy garantizaba con el narcotráfico buena parte de los ingresos de las Farc. En el Caguán se le veía boyante, montado en sus camionetas de doble tracción, exhibiendo una prominente barriga que delataba una vida sedentaria y poco austera. Tenía, él solo, 6.000 hombres bajo su mando, y su palabra era ley en pueblos y veredas de La Macarena.
Ahora la realidad es otra. Hoy se calcula que este bloque tiene alrededor de la mitad de los hombres, su logística y economía están fuertemente golpeadas, varios de sus frentes desarticulados y ha perdido control de muchos territorios.
Las operaciones contra el negro Acacio, John 40, y la Operación Jaque, han diezmado varios frentes y compañías. Su influencia en la antigua zona de distensión es cada vez menor, y el acoso de las Fuerzas Militares ha empezado a hacer mella en su círculo cercano. Se han desmovilizado algunas personas de sus anillos de seguridad, lo que ha hecho que se reduzca a 18 guerrilleros su grupo más cercano y a 300 los que protegen su entorno. Tal como lo mostraron los militares hace poco, en ocasiones Jojoy ha tenido que moverse de manera subterránea en la manigua, en cavernas que se extienden a lo largo de varios kilómetros. En varios momentos Jojoy ha estado a punto de ser herido por bombardeos y asaltos a sus campamentos.
Su respuesta, no obstante, ha sido violenta. La llegada de las tropas oficiales a La Macarena, y a los reductos históricos de las Farc como el río Guayabero han costado mucha sangre. Los francotiradores y las minas antipersona han sido mortales para los soldados que andan tras sus huellas por tierra. En lo que va corrido del año en la Fuerza Tarea Omega han muerto 11 militares y han sido heridos 41, la mitad por minas antipersona. Según Ariel Sánchez, investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris, el Mono Jojoy creó tres unidades especiales para sembrar explosivos a las cuales denomina "pisasuaves" y las que van cubriendo su retirada y armando cercos de dinamita a su alrededor.
Pero lejos de mostrar fuerza, los hechos recientes dejan en evidencia que el Mono Jojoy está en su peor hora y que todos sus esfuerzos están centrados en protegerse e intentar sobrevivir. Si lo logra, seguramente no cejará en su intento de volver a rodear con violencia a Bogotá. Pero el cerco a su alrededor parece cerrarse cada vez más.
Se trataba de un curtido guerrillero, de casi 60 años, que había dirigido en terreno las tomas de Miraflores, Mitú y Teteyé; y que durante los primeros años de la ofensiva militar del gobierno de Álvaro Uribe había servido como parte de la seguridad cercana de Tirofijo. Su experiencia militar le sirvió de credencial para que a finales de 2007 el Mono Jojoy le confiara una de las metas más importantes de la organización: la retoma de Cundinamarca antes de 2010. Una misión que ya había fracasado en dos ocasiones. Primero cuando se la encomendó a Romaña, quien a pesar de ser muy popular, carece de talento militar. Y luego, cuando un bombardeo que casi mata a Carlos Antonio Losada, hizo replegar a los hombres del Bloque Oriental hacia los Llanos.
La muerte de Gaitán, así como la de Mariana Páez, son duros golpes para las huestes del Mono Jojoy. Ella era una veterana ideóloga de la guerrilla, conocida por su papel en los diálogos del Caguán como coordinadora de las audiencias. Su larga trayectoria la habría llevado a ocupar un lugar en el estado mayor de esa guerrilla, compuesto por 31 miembros, de los cuales era la única mujer.
Como si fuera poco, durante la operación en el Sumapaz también fueron capturados 13 insurgentes, entre ellos Bernardo Mosquera, el temido negro Antonio, quien tenía 23 órdenes de captura y cuatro condenas por secuestros y homicidios.
El negro Antonio intentó huir del ataque del Ejército en medio de unas desfavorables condiciones del clima y el terreno. A 3.000 metros de altura, entre frailejones, rocas, cortinas de niebla y pequeñas lagunas donde se hunden las piernas al caminar, es difícil librar una batalla. Se corre en cámara lenta, la respiración es difícil y el frío amenaza con paralizar el cuerpo. Por eso, al verse rodeado y sin refugio, él y sus hombres, incluido un sindicalista que estaba allí, no tuvieron más remedio que rendirse. "Esta vez ganaste", le dijo el cetrino guerrillero al general Jairo Antonio Herazo, comandante de la Quinta División cuando ya estaba detenido en el puesto de mando del Ejército. Con la aviación y los batallones de alta montaña, el páramo dejó de ser una guarida segura para los guerrilleros. .
"El Mono Jojoy nunca había sido probado en la adversidad", dice el comandante de las Fuerzas Militares, Freddy Padilla de León. Y este revés le llega justo cuando se cumple el primer año de la muerte de Raúl Reyes, y ha comenzado un franco declive de las Farc y el resquebrajamiento de un Secretariado que parecía invulnerable. Ahora todos los ojos están puestos en el Mono Jojoy, y el cerco que se le ha tendido desde hace más de seis meses empieza a arrojar algunos resultados.
Jojoy tiene un enorme liderazgo dentro de las Farc, gracias a su arrojo, pero también a la protección que recibió desde joven de Jacobo Arenas y de Tirofijo, que lo vieron como un guerrero de largo aliento. Muy pronto se proyectó como el más tropero de los mandos medios de la guerrilla y pronto llegó al Secretariado. Bajo su mando, los rebeldes atacaron sin piedad a las Fuerzas Armadas, tomaron como rehenes a cerca de 500 policías y soldados e impusieron la ley del secuestro y la extorsión en los territorios que controlaban. Además, Jojoy garantizaba con el narcotráfico buena parte de los ingresos de las Farc. En el Caguán se le veía boyante, montado en sus camionetas de doble tracción, exhibiendo una prominente barriga que delataba una vida sedentaria y poco austera. Tenía, él solo, 6.000 hombres bajo su mando, y su palabra era ley en pueblos y veredas de La Macarena.
Ahora la realidad es otra. Hoy se calcula que este bloque tiene alrededor de la mitad de los hombres, su logística y economía están fuertemente golpeadas, varios de sus frentes desarticulados y ha perdido control de muchos territorios.
Las operaciones contra el negro Acacio, John 40, y la Operación Jaque, han diezmado varios frentes y compañías. Su influencia en la antigua zona de distensión es cada vez menor, y el acoso de las Fuerzas Militares ha empezado a hacer mella en su círculo cercano. Se han desmovilizado algunas personas de sus anillos de seguridad, lo que ha hecho que se reduzca a 18 guerrilleros su grupo más cercano y a 300 los que protegen su entorno. Tal como lo mostraron los militares hace poco, en ocasiones Jojoy ha tenido que moverse de manera subterránea en la manigua, en cavernas que se extienden a lo largo de varios kilómetros. En varios momentos Jojoy ha estado a punto de ser herido por bombardeos y asaltos a sus campamentos.
Su respuesta, no obstante, ha sido violenta. La llegada de las tropas oficiales a La Macarena, y a los reductos históricos de las Farc como el río Guayabero han costado mucha sangre. Los francotiradores y las minas antipersona han sido mortales para los soldados que andan tras sus huellas por tierra. En lo que va corrido del año en la Fuerza Tarea Omega han muerto 11 militares y han sido heridos 41, la mitad por minas antipersona. Según Ariel Sánchez, investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris, el Mono Jojoy creó tres unidades especiales para sembrar explosivos a las cuales denomina "pisasuaves" y las que van cubriendo su retirada y armando cercos de dinamita a su alrededor.
Pero lejos de mostrar fuerza, los hechos recientes dejan en evidencia que el Mono Jojoy está en su peor hora y que todos sus esfuerzos están centrados en protegerse e intentar sobrevivir. Si lo logra, seguramente no cejará en su intento de volver a rodear con violencia a Bogotá. Pero el cerco a su alrededor parece cerrarse cada vez más.
Revista Semana
Nenhum comentário:
Postar um comentário
Atravanca um palpite aqui: