Ahora resulta que, como si no bastara con la legión de alcahuetas que alientan la reelección vitalicia propuesta por la Asamblea Nacional, también el presidente de Brasil, Lula Da Silva, se ha declarado partidario de que en Venezuela se le dé vigencia plena a las intenciones de Hugo Chávez de ser candidato presidencial hasta el año 2021, cuando se celebrará el bicentenario de la Batalla de Carabobo.
¿Quién le dijo a este señor que se metiera en un asunto que es propio de los venezolanos? Además de metiche, cabría recordarle a Lula que él ha expresado en Brasil sobradas razones contra la reelección y, de hecho, renunció a postularse para un tercer periodo, como se lo habían propuesto sus colaboradores. Ese ha sido un tema suficientemente debatido en los medios políticos brasileños con el mismo resultado: NO a la reelección.
Pero al presidente Lula le encanta bailarle el muñeco a Chávez, apenas aterriza en tierras venezolanas. Las razones para darle este apoyo a los bolivarianos son más que conocidas: el año pasado el comercio entre Brasil y Venezuela se intensificó hasta niveles jamás alcanzados. Nuestro país importó bienes por más de 5.000 millones de dólares y los brasileños apenas nos compraron 538 millones de dólares. Menuda ganga.
Básicamente, el crecimiento del comercio brasileño en Suramérica viaja en el avión presidencial y Lula es su gran agente de ventas. Mientras tanto, el mandatario venezolano le abre caminos a su “hermano brasileño” al pelearse diplomáticamente con Colombia, Perú, México y Chile, frenando así el fructífero intercambio de mercancías con esos países y dejándole el campo libre a Brasil.
Si ello se correspondiera con grandes muestras de lealtad por parte de Lula, esto hasta sería medianamente aceptable. Pero ha sido todo lo contrario: entre los principales objetos de cariño de la Cancillería brasileña están Colombia y Guyana, dos países con los cuales tenemos viejos reclamos de límites no resueltos. Y sin embargo, ya Lula tiene en construcción una carretera que atraviesa el territorio, rico en minerales y maderas finas, del Esequibo. Esto es una verdadera falta de respeto y una muestra de deslealtad con Venezuela. A Lula lo único que le interesa en garantizarse una salida al Atlántico. Y lo mismo está haciendo con Colombia, para abrir una gran carretera hacia un puerto colombiano de aguas profundas en el Pacífico.
Pero no sólo eso: Petrobras se ha convertido en una piedra en el zapato para PDVSA y sus planes en Suramérica y el Caribe, al sabotear los acuerdos suscritos con el Estado venezolano. Petrobras es la palanca fundamental del sub-imperialismo brasileño, como quedó demostrado en el encontronazo con Bolivia por el gas.
Contratos leoninos obligaban a Bolivia a entregar su riqueza energética a Brasil por debajo de los precios internacionales. Paraguay está planteando las mismas reclamaciones por la energía hidroeléctrica que el “gobierno popular” de Lula le está comprando hoy a precios de gallina flaquísima.
COMENTO: Enquanto o "voçolíder" anda por aí, pensando estar por cima da carne seca, a verdadeira imagem que nossos vizinhos têm de nosso país é a que foi expressa no editorial acima, de um jornal venezuelano — o "irmão mais velho e prevalecido" que vive extorquindo os mais fracos.
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